El Movimiento de San Isidro, que se presenta como un colectivo popular de artistas que luchan por la libertad de expresión, se ha convertido en un arma clave en el asalto del gobierno estadounidense a la revolución cubana.
Traducción por Diego Sequera
“Mi gente necesita a Europa, mi gente necesita que Europa señale al maltratador”, proclamó Yotuel Romero, un rapero cubano radicado en España en un evento del Parlamento Europeo convocado por legisladores de derecha, antes de pasarle el micrófono al líder del golpe en Venezuela, Juan Guaidó. Días después, Yotuel tuvo una llamada Zoom con funcionarios del Departamento de Estado para discutir “Patria y vida”, el himno rapero anticomunista con el que colaboró en su creación.
Mientras se asentaba el polvo luego de un día de protestas en las ciudades cubanas, el Wall Street Journal consideró a “Patria y vida” el “grito común y unificador” de los oponentes del gobierno cubano, mientras que la Rolling Stone lo publicitó como “el himno de las protestas en Cuba”.
Aparte de Yotuel, dos raperos que también colaboraron en la canción forman parte del grupo de artistas, músicos y escritores llamado el Movimiento San Isidro. Este colectivo ha sido reconocido por los medios estadounidenses de “proveer un catalizador a las protestas actuales”.
En los últimos tres años, en los que han empeorado las condiciones económicas bajo la presión de la escalada de la guerra económica de los Estados Unidos, y mientras se expandía el acceso a internet, resultado de los esfuerzos de la administración Obama por normalizar las relaciones con Cuba, el Movimiento San Isidro ha llamado a un conflicto abierto con el Estado.
Con performances provocadores que han visto a las figuras más prominentes desfilar por La Habana Vieja ondeando banderas estadounidenses, y mediante manifestaciones flagrantes de desprecio contra los símbolos nacionales cubanos, San Isidro ha antagonizado a las autoridades, provocando la detención frecuente de sus miembros, lanzando a su vez campañas internacionales por su libertad.
Al radicarse en una zona en gran medida afrocubana de La Habana vieja y trabajando a través de medios como el hip-hop, el San Isidro también ha maniobrado para cambiar drásticamente la imagen racialmente progresista que se ha ganado el gobierno de izquierda cubano en su histórica campaña militar contra el apartheid surafricano y el asilo que le ha ofrecido a los disidentes afroamericanos. Aquí, el Movimiento San Isidro parece estar siguiendo un plan de acción articulado por el lobby del cambio de régimen de los Estados Unidos.
A lo largo de la década pasada, el gobierno estadounidense ha empleado millones de dólares para cultivar a raperos, roqueros, artistas y periodistas cubanos anti-gobierno en un esfuerzo por usar como arma a “la juventud des-socializada y marginada”. La estrategia implementada en Cuba es una versión de la vida real de las fantasías albergadas por los Demócratas anti-Trump cuando deliraban diciendo que Rusia estaba patrocinando a Black Lives Matter y Antifa para propagar el caos en toda la sociedad norteamericana.
Como lo revelará esta investigación, miembros destacados del Movimiento San Isidro han amontonado financiamiento de organizaciones para el cambio de régimen como la NED (National Endowment for Democracy) y la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (la USAID) mientras tienen reuniones con funcionarios del Departamento de Estado, personal de la embajada estadounidense en La Habana, europarlamentarios de derechas y dirigentes del golpe latinoamericano desde el venezolano Guaidó hasta el Secretario General de la OEA, Luis Almagro.
El San Isidro también ha recibido con gusto el apoyo de una red de think tanks fundamentalistas del libre mercado que no guardan secreto alguno sobre su plan de transformar a Cuba en una colonia para las corporaciones multinacionales. Días después de que se desencadenaron las protestas en la isla, el liderazgo del San Isidro aceptó un premio de la Fundación Conmemorativa de las Víctimas del Comunismo, un think tank de derecha vinculado al Partido Republicano en Washington que incluye a los soldados de la Alemania Nazi en su conteo de muertes a manos del comunismo.
Tras la etiqueta de intelectuales cosmopolitas, raperos renegados, y artistas de vanguardia, el San Isidro ha asumido abiertamente la política extremista del lobby cubano de Miami. En efecto, sus miembros más prominentes han expresado un apoyo entusiasta por Donald Trump, han respaldado las sanciones estadounidenses y han clamado por una invasión militar al país.
Este colectivo cultural, no obstante, ha logrado abrir brechas en los círculos progresistas de la intelligentsia norteamericana, trabajando para debilitar los vínculos tradicionales de la solidaridad entre la Revolución Cubana y la izquierda estadounidense. Como veremos, el ascenso del Movimiento San Isidro es el último capítulo de un libreto emergente del imperialismo interseccional.
Un “grupo de personas olvidadas”: La participación de los afrocubanos en las protestas cautiva a los medios de comunicación estadounidenses
Las escenas de una patrulla de la policía volteada en el barrio habanero de 10 de Octubre, turbas lanzándole bombas molotov a oficiales de la policía, y el saqueo de centros comerciales este 11 de julio rasgaron el envoltorio del resentimiento de una clase de ciudadanos que quedaron al margen de la asediada economía especial cubana.
Luego de años de profundización de privaciones económicas, los cubanos han vivido apagones y racionamiento de alimentos impuestos por la intensificación del bloqueo económico de los Estados Unidos, de la mano del ex presidente Donald Trump. Un colapso repentino del turismo, producto de la pandemia del Covid-19, junto a la eliminación del sistema dual de divisas, ha exacerbado el caos económico.
Cristina Escobar, una periodista radicada en La Habana y una de las personalidades del mundo de las noticias más vista en los canales de televisión del Estado, describió para El Grayzone que la participación en la protesta de la gente de a pie es un subproducto de la marginación sostenida.
“Existe un grupo de personas de zonas urbanas como La Habana que tienen las siguientes características”, explicó Escobar”. “Provienen de zonas rurales empobrecidas y se mudan a la ciudad buscando mejores oportunidades; por lo general no son blancos con todos los gradientes que esto implica y viven en los márgenes, recibiendo lo que sea de beneficios del Estado que tengan a la mano. Con frecuencia trabajan en la economía informal, se sienten desafectos y no se involucran en empresas patrióticas porque son víctimas de la pobreza del actual período especial”.
Mientras que la seguridad social cubana ha evitado que este grupo demográfico termine cayendo en la miseria familiar en las barriadas de los estados administrados por el FMI como Haití u Honduras, Escobar dice que “son un grupo de personas olvidadas, desintegradas, sin arraigo en la sociedad. Están expresando la desigualdad que han experimentado y, desafortunadamente, ya no lo hacen de forma pacífica”.
Los medios corporativos de los Estados Unidos aprovecharon las imágenes de los manifestantes afrocubanos para pintarlas como una expresión de descontento explícitamente racializado. En un artículo titulado “Afro-cubanos al frente de los disturbios”, el Washington Post citó a ONGs anti-gobierno y activistas asociados al Movimiento San Isidro denunciando a Black Lives Matter por su comunicado en solidaridad con la Revolución Cubana.
Lo que el Washington Post dejó de mencionar fue el papel del gobierno de los Estados Unidos en el apoyo a muchas de estas mismas ONGs y los propios activistas en el esfuerzo por emplear como arma a la clase marginada cubana. Al frente de la estrategia de Washington están dos frentes tradicionales de la CIA: la USAID y la NED.
A lo largo de la Guerra Fría, la USAID trabajó junto a la CIA para liquidar a los movimientos socialistas en el Sur Global. De forma más reciente, ayudó a implementar en Pakistán un programa de vacunaciones falso de la CIA para rastrear a Osama Bin Laden, y en su lugar terminaron incubando un brote masivo de polio. En toda América Latina, la USAID ha financiado y entrenado a figuras de la oposición de derecha, incluyendo al seudo presidente, designado por los Estados Unidos, Juan Guaidó.
Por su lado, la NED se estableció bajo la supervisión de William Casey, para el momento director de la CIA, para suministrarle apoyo a los activistas de oposición y recursos ahí donde Estados Unidos ha estado buscando el cambio de régimen. “Mucho de lo que hacemos hoy en día hace 25 años la CIA lo hizo de forma encubierta”, le contó Allen Weinstein, el co-fundador de la NED, al periodista David Ignatius, que celebró a la organización como “el sugar daddy de las operaciones abiertas”.
A lo largo de su historia, la NED y la USAID han trabajado para explotar los reclamos de los grupos étnicos minoritarios contra gobiernos socialistas o no-alineados. Su apoyo financiero y logístico a los uigures contra China, a los tártaros contra Rusia, y a los indígenas miskito contra Nicaragua son algunos de entre muchos ejemplos.
En años recientes, en Cuba, los especialistas del cambio de régimen de Washington se han dirigido a los afrocubanos y la juventud marginalizada, aprovechando la cultura para convertir el resentimiento social en acción contrarrevolucionaria.
Convirtiendo en un arma a la “juventud desocializada y marginada” contra el socialismo cubano
Un documento de 2009 en el Journal of Democracy (Boletín de la Democracia), el órgano oficial de la NED, delineaba un plan ambicioso para cultivar a las clases subalternas cubanas post-guerra fría en una vanguardia anti-gobierno.
“Empleando los principios de democracia y derechos humanos para unir y movilizar a esta vasta y desposeída mayoría frente al régimen altamente represivo es la clave para el cambio pacífico”, escribieron Carl Gershman y Orlando Gutiérrez.
Gershman y Gutiérrez son figuras influyentes en el mundo de los operadores del cambio de régimen abierto. Director fundador de la NED, Gershman presidió por cuatro décadas los esfuerzos de los Estados Unidos por desestabilizar los gobiernos de Managua a Moscú. Gutiérrez, por su lado, es un franco promotor de la invasión militar estadounidense a la isla, que presta servicios como secretario nacional del Directorio Democrático Cubano, financiado tanto por la NED como por la USAID.
#UnitedStates | Orlando Gutiérrez Boronat, a Cuban-American based in South Florida, leads the organization. On December 4, Boronat expressed his support for an armed invasion of Cuba to overthrow the socialist government.https://t.co/pEbsGnYrBQ
— teleSUR English (@telesurenglish) December 9, 2020
Gershman y Gutiérrez aconsejaron una estrategia que alentaba la “no-cooperación” con las instituciones revolucionarias cubanas entre aquellos a quienes han descrito como la juventud “des-socializada” y marginal: los desertores de la educación, los jóvenes sin empleo que conforman cerca de los tres cuartos de los desempleados cubanos, y a aquellos que han caído en las drogas, el delito y la prostitución”.
Los dos especialistas del cambio de régimen apuntaban a la música y los medios online como conductos ideales para aprovechar las frustraciones de la juventud cubana: “La alienación de los jóvenes llega al mainstream y se expresa en las letras rabiosas de los roqueros; las descripciones de las frustraciones y el bajo registro de la vida diaria; la evasión frecuente del trabajo agrícola, el servicio voluntario y las reuniones de los comités vecinales; la desvinculación general de la política que es el fruto de medio siglo de participación coaccionada y propaganda impuesta a la fuerza”, escribieron.
El año en el que se publicó el documento influyente de Gershman y Gutierrez, Washington promulgó una audaz operación encubierta basada en la estrategia que delineraron.
“El rap es la guerra”: La USAID recluta de forma encubierta a artistas de hip-hop cubanos como propagandistas del cambio de régimen
En 2009, la USAID inició un programa para provocar un movimiento juvenil contra el gobierno cubano cultivando y promoviendo a artistas locales de hip-hop.
Debido a su prolongada historia como un frente de la CIA, la USAID tercerizó la operación a Creative Associates International, una firma radicada en Washington con su propia trayectoria en acciones encubiertas.
Creative Associates encontró a su cara en Rajko Bozic, un veterano del grupo Otpor! (apoyado por la CIA) que ayudó a derrocar al líder nacionalista Slobodan Milosevic, y cuyos miembros avanzaron a formar un “grupo de exportación de revoluciones que sembraron las semillas para un número de revoluciones de colores”.
Haciéndose pasar por un promotor musical, Bozic se acercó al grupo de rap cubano conocido como Los Aldeanos, famoso por su ferocidad y su himno antigobierno “El rap es guerra”. El operador serbio nunca le dijo a Los Aldeanos que era un agente de la inteligencia estadounidense; en su lugar, alegó ser un profesional del marketing y había prometido convertir al líder del grupo en una estrella internacional.
Para ahondar en el plan, Creative Associates lanzó ZunZuneo, una plataforma de redes sociales tipo Twitter que lanzaba miles de mensajes automatizados promoviendo a Los Aldeanos entre la juventud cubana sin que el grupo estuviera al tanto.
En un año, Los Aldeanos escalaron en su retórica, retratando burlonamente a la policía cubana como unos autómatas descerebrados en un festival de música independiente local; la inteligencia cubana descubrió contratos que vinculaban a Bozic con la USAID y revirtieron la operación.
En Washington luego vino la vergüenza, con el senador Patrick Leahy quejándose de que “la USAID nunca le informó al Congreso sobre esto y nunca debió estar asociado a algo tan incompetente e imprudente”.
Danny Shaw, profesor asociado de Estudios Caribeños y Latinoamericanos de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, se encontró con Los Aldeanos en varias visitas prolongadas a Cuba. También llegó a conocer a Omni Zona Franca, un colectivo de poetas y artistas del performance con orientación rastafari basados en el barrio habanero de Alamar, que fueron la base de inspiración del Movimiento San Isidro.
Shaw dijo que la hostilidad de los artistas al sistema socialista cubano era tan intensa que muchos de ellos negaron la existencia del propio bloqueo. “Intenté explicarles lo que yo entendía sobre la guerra económica y me dijeron ‘tú puedes ir y venir cuando quieras, pero no vives aquí, así que para ti es fácil ser marxista’. Y tenían razón, si descontextualizabas por completo la situación”, le dijo a El Grayzone.
Según Shaw, algunos de los miembros de Omni Zona Franca comenzaron a visitar festivales en Europa y los Estados Unidos y a darle entrevistas a medios corporativas de habla hispana. “Cuando las noticias sobre el apoyo de la USAID a los raperos cubanos comenzaron a aparecer, para mí, en ese momento, todo comenzó a cobrar sentido”, reflexionó.
En 2014, la USAID fue expuesta una vez más cuando nombró a Creative Associates para que organizara una serie de talleres falsos de prevención contra el VIH que eran, de hecho, seminarios de reclutamiento político.
Un documento interno de la firma filtrado a los medios en 2014 se refiere a los talleres falsos como “la excusa perfecta” para alistar a la juventud en actividades para el cambio de régimen en la isla.
El presidente Barack Obama presentó su plan para normalizar las relaciones con el gobierno cubano justo cuando fue revelada esta última operación de la USAID. Como una condición para el reconocimiento diplomático, Obama insistió en que Cuba expandiera su acceso al internet.
El portal de investigación venezolano Misión Verdad advirtió en ese momento que “estamos atestiguando una actualización en los mecanismos, métodos y modos de la intervención. Toda armonización en este momento es totalmente ilusoria. Con lo que ya se está colocando como la etiqueta ‘normalización’ en el ambiente sociopolítico cubano se inocularán las mínimas condiciones operativas que pudieran facilitar la idea de una ‘primavera cubana’, una revolución de probeta”.
La expansión de Internet abre la puerta a la infiltración estadounidense
La red de internet 3G llegó a Cuba en 2018, permitiéndole a la juventud cubana el acceso a las redes sociales desde sus teléfonos. Ahora, en vez de librarlos en plataformas como ZunZuneo, la inteligencia estadounidense se enfocó en el desarrollo de tecnología como Psiphon para que los cubanos pudieran acceder a Facebook y YouTube a pesar de los apagones de la conexión.
La NED y la USAID explotaron la apertura para construir un potente aparato de medios online antigobierno. El nuevo lote de portales como CubaNet, Cibercuba y ADN Cuba representan una caja de resonancia de insurreccionismo tóxico, burlándose del presidente Miguel Díaz-Canel con memes ofensivos y haciendo llamados a juzgarlo por crímenes graves, incluyendo el genocidio.
El Ministerio de Exteriores holandés ha fomentado los esfuerzos estadounidenses, ayudando a establecer y financiar el blog antigobierno El Toque a través de una ONG llamada RNW Media.
Ted Henken, académico y autor del libro La revolución digital de Cuba declaró a Reuters que el liderazgo cubano “cometió un error de cálculo al no darse cuenta de que [la expansión del acceso a internet] iba, rápidamente, en dos años y medio, a explotarles en la cara”.
“Ninguna [de las protestas] hubiera sido posible sin la naciente red 3G que le ha permitido el acceso a millones de cubanos a la internet a través de los dispositivos móviles desde 2018”, declaró al portal corporativo Quartz.
Y mientras crecía el acceso a medios anti-gobierno, en 2018 la administración Trump aumentó el presupuesto de la NED un 22%.
Ese año, el presupuesto de la NED para Cuba llegó cerca de los 500.000 dólares para el reclutamiento y entrenamiento de periodistas anti-gobierno, y para establecer las nuevas organizaciones mediáticas.
Otra subvención presupuestada de la agencia se destinó para “promover la inclusión de las poblaciones marginadas de la sociedad cubana y para fortalecer la red de asociados en la isla”, queriendo decir los afrocubanos como objetivo.
La NED ha puesto un énfasis importante en la infiltración de la escena del hip-hop. En 2018, la entidad gubernamental estadounidense contribuyó con 80.000 dólares a la Cuban Soul Foundation “para empoderar a los artistas independientes a que produzcan, actúen, y exhiban su trabajo en eventos comunitarios sin censura”, y 70.000 para la ONG Fundación Cartel Urbano, radicada en Colombia, para “empoderar a los artistas del hip-hop como líderes en la sociedad”.
Cartel Urbano publica una revista online claramente modelada en Vice, el principal vehículo del imperialismo hípster. Aparte de mantener a los lectores informados sobre los últimos lanzamientos de raperos antigobierno cubanos, la revista, financiada por Estados Unidos, en su portal le dedica una sección entera al consumo de drogas, la cultura trans y al estilo de vida ecológico y vegano.
Para mantener abasteciendo a la sensibilidad de los autodefinidos radicales de orientación académica, el medio rutinariamente emplea la letra “x” para borrar las distinciones de género, lo que lleva a pasajes como el siguiente: “cuerpxs trans, marikonas, no binarixs, racializadxs, monstruosxs…”
La alarmante proliferación de medios de oposición online, propaganda anti-gobierno corrosiva, y la infiltración estadounidense de la escena cultural cubana que acompañó a la expansión de los servicios de internet del país dio pie a una toma de medidas enérgicas sin precedentes por parte del liderazgo nacional.
“Los años en los que tuvimos el deshielo de las relaciones con los Estados Unidos, fuimos domésticamente muy tolerantes”, reflexionó Cristina Escobar, la periodista cubana. “Eso es porque el gobierno no se veía a sí mismo bajo asedio. Pero luego ganó Trump. Y ahora el liderazgo siente que nunca debió haber confiado en Obama”.
Horas después de asumir el gobierno en abril de 2018, el presidente Díaz-Canel propuso el Decreto 349. La nueva medida requería que todos los artistas, músicos e intérpretes obtuvieran aprobación previa del Ministerio de Cultura antes de publicar su trabajo.
Postulado en respuesta directa al reclutamiento de la inteligencia estadounidense de raperos y otras figuras culturales, el Decreto 349 explícitamente prohibía la diseminación de materiales audiovisuales que contuvieran “lenguaje sexista, vulgar u obsceno”. Aunque la ley nunca sería formalmente obligada a ser cumplida, la provisión era vista por la oposición como un ataque directo a la subcultura del reguetón que calaba en el paisaje urbano del país.
Casi de la noche a la mañana, un colectivo de artistas y músicos se movilizaron para protestar el decreto. Su nombre, inspirado en el barrio empobrecido de San Isidro en La Habana Vieja donde viven varios de sus integrantes, el nuevo movimiento apelaba de forma directa a los influencers culturales del Norte Global, mercadeándose como un grupo diverso de creadores visuales y raperos independientes luchando únicamente por la libertad artística.
Tal vez, por primera vez, la oposición de derecha cubana tenía un conducto para crear brechas en los círculos progresistas fuera de la isla.
Con banderas de EE.UU. en la mano, enfrentándose al Estado y cortejando a los famosos
El 6 de noviembre del 2020, un oficial de la policía apareció en la casa de Denis Solís, un rapero abiertamente antigobierno afiliado al Movimiento San Isidro. Solís rápidamente enfocó su cámara en el policía e hizo un live stream del encuentro en Facebook.
Luego de burlarse del oficial con insultos anti-gay, Solís proclamó: “¡Trump 2020! ¡Trump es mi presidente!”.
La visita policial fue provocada por una cobertura excitada que Solís recibió de Diario de Cuba, una publicación también financiada por la NED, y otros medios antigobiernos, de un tatuaje adornando su pecho que decía “Cambio: Cuba Libre”. También se valió de Facebook para jactarse: “Comunistas, ahora tendrán que arrancarme la piel del pecho”.
La sentencia de 8 meses de cárcel que recibió por su “desacato” –un castigo claramente inspirado por el espectáculo que generó con su livestream– ofreció la chispa para la huelga de hambre de noviembre del 2020 que catapultó al Movimiento San Isidro a la escena global.
La huelga se llevó a cabo en la casa del coordinador del Movimiento, Luis Manuel Otero Alcántara, en La Habana Vieja. Un artista de performance afrocubano, Otero ha buscado provocar la ira del gobierno al profanar la bandera cubana, envolviéndosela en su torso desnudo sentado en la poceta y mientras se cepilla los dientes, o tendiéndose sobre ella usando ropa interior estampada con la bandera de los Estados Unidos.
En otro acto de provocación, Otero reunió a unos niños para que corrieran por el vecindario ondeando una bandera estadounidense de grandes dimensiones, provocando una respuesta inmediata de la policía y su propia detención por cuatro días.
La huelga de hambre de una semana en casa de Otero creó un espectáculo mediático sin precedentes, y generó comunicados en apoyo de Jake Sullivan, recién designado Asesor de Seguridad Nacional de la administración Biden, y del para entonces secretario de Estado, Mike Pompeo.
We urge the Cuban regime to cease harassment of San Isidro Movement protestors and to release musician Denis Solís, who was unjustly sentenced to eight months in prison. Freedom of expression is a human right. The United States stands with Cuba’s people.
— Secretary Pompeo (@SecPompeo) November 24, 2020
Una visita ingeniosamente escenificada al sitio de la huelga de hambre de Carlos Manuel Álvarez, un periodista cubano de alto perfil y figura literaria radicado en México, ayudó a galvanizar el interés de los medios internacionales.
Ataviado en un cuello de tortuga negro y proveniente de la élite educada, el anteojudo Álvarez presentaba un contraste pronunciado con Otero y su compinche rudo, el rapero Maykel Osorbo. Para los funcionarios del gobierno, tentados a descartar a los dirigentes de la protesta como una vulgar pandilla de niños de la calle, la figura del escriba gentil presentaba serias complicaciones.
Muy pronto Álvarez encontró espacio en la sección de opinión del New York Times para hacerle marketing al San Isidro ante el público liberal de los Estados Unidos mientras se lanzaba tiradas de metáforas literarias sobre estar caminando sobre adoquines en tacones para denigrar a la burocracia comunista cubana.
“El movimiento se ha convertido en el grupo más representativo de la sociedad civil nacional, congregando a cubanos de distintas clases sociales, razas, creencias ideológicas y generaciones, tanto de la comunidad del exilio como en la isla”, alegaba el escritor.
El 27 de noviembre de 2020, mientras que se profundizaba la confrontación entre los artistas y el Estado, un grupo de artistas inició una sentada en las afueras del Ministerio de Cultura. La composición de los manifestantes originales consistía ampliamente de artistas cuyo trabajo había sido patrocinado por el Estado cubano. Y, a diferencia del San Isidro, muchos de ellos rechazaban la retórica del cambio de régimen, optando en su lugar por un diálogo con el ministro de cultura para resolver el conflicto sobre la libertad de expresión.
Como lo explica el sociólogo Rafael Hernández en un estudio detallado de la tángana, el diálogo colapsó luego de que el Movimiento San Isidro y otros elementos apoyados por Estados Unidos impusieran su agenda maximalista sobre el cuerpo organizador, que llegó a ser conocido como el 27N. El New York Times y otros medios anglo enfocaron su cobertura por completo en los provocadores anti-comunistas del San Isidro, mientras que los artistas cubanos de izquierda “siguieron invisibles para la prensa extranjera, que no los considera noticia, como sí a los disidentes veteranos y juveniles”, observó Hernández.
La intensiva cobertura mediática de la sentada proyectó al Movimiento San Isidro a la escena internacional, granjeándoles la atención de artistas famosos y escritores dentro en los Estados Unidos y Europa. En mayo del 2021, luego de que Otero de nuevo fuera detenido por la seguridad cubana, una carta abierta dirigida al presidente Díaz-Canel apareció publicada en el New York Review of Books, un destacado boletín de los círculos literarios liberales estadounidenses, exigiendo su liberación.
Firmada por un elenco de figuras culturales negras y afrolatinas, incluyendo a Henry Louis-Gates, Edwidge Danticat y Junot Díaz, la misiva ilustraba el éxito del San Isidro y se beneficiaba del erosionamiento del apoyo de la intelligentsia de los afroamericanos a la Revolución Cubana.
Con acceso a los órganos más destacados de los medios estadounidenses y con el apoyo de los departamentos de estudios latinoamericanos en todo el país, el colectivo cultural se apartaba de la oposición anti-comunista, fuera de su base tradicional de derecha en Miami.
Pero su éxito difícilmente se trataba de un fenómeno orgánico. De hecho, el San Isidro había sido propulsado a la escena internacional gracias al apoyo sustancial del Departamento de Estado, sus subsidiarias para el cambio de régimen y lobistas corporativos de derecha ansiosos por ver a Cuba abrirse a los negocios.
“Viva la anexión”: el Departamento de Estado, la OEA y los lobbies empresariales se asocian con San Isidro
Todos los días en la revista El Estornudo que fundó, Carlos Manuel Álvarez y sus colegas presentan las malas noticias de Cuba. Mientras que pintan el país como un paisaje infernal comunista, catastróficamente gobernado y rebasado por muertes por covid-19, promueve su medio como “independiente”.
En realidad, El Estornudo aparece como uno de los tantos proyectos mediáticos incubados por la NED.
“Los colaboradores que hacen la revista son pagados por trabajo producido, con un salario fijo de 400 CUC. Hasta que me fui, El Estornudo estaba siendo financiado por la NED y la Open Society”, dijo Abrahán Jiménez Enoa, ex redactor de la revista, haciendo referencia respectivamente al brazo para el cambio de régimen del gobierno estadounidense y a la fundación de George Soros.
El Estornudo se encuentra en la constelación de medios delegados para criticar la respuesta cubana al Covid por el Institute for War and Peace Reporting (Instituto para la cobertura de la guera y la paz – IWPR, por sus siglas en inglés), una ONG que recibió 145.230 dólares de la NED en 2020 para “fortalecer la colaboración entre los periodistas independientes cubanos” y entrenarlos en el uso de redes sociales.
Los medios anti-gobierno operando bajo los auspicios del IWPR también incluyen a Tremenda Nota, un portal con temática LGBTQ que rutinariamente acusa al gobierno de homofobia y transfobia, incluso cuando la administración de Díaz-Canel se ha movido para legalizar el matrimonio gay, le abrió los brazos a soldados homosexuales, e inició los eventos oficiales por el orgullo.
La directiva del IWPR está compuesta por ex funcionarios de la OTAN y figuras de los medos corporativos, incluyendo al antiguo director del Financial Times. Aunque la ONG desde entonces borró la lista de sus patrocinantes del portal, una página archivada revela asociaciones con la NED y sus subsidiarias del gobierno, así como contratistas comprobadas de los servicios de inteligencia británicos como Albany Associates y la Thomson Reuters Foundation.
Carlos Manuel Álvarez dista de ser el único miembro de San Isidro cercano a entidades para el cambio de régimen. Aparte de él, está Yaima Pardo, una cineasta cubana especialista en tecnología cuyo documental de 2015, Offline, enfatizaba la necesidad de la expansión del internet para fomentar el disenso.
Actualmente Pardo es la directora multimedia de ADN Cuba, un medio anti-gobierno radicado en Miami que recibió 410.710 dólares de la USAID nada más en 2020.
Esteban Rodríguez, también del San Isidro, un periodista para ADN Cuba, ha celebrado la debilitante prohibición que Trump le impuso a las remesas familiares calificándolas de “perfectas”. “Si yo estuviera en Estados Unidos, hubiera votado por Trump”, le dijo Rodríguez a The Guardian.
Cuando el San Isidro lanzó su campaña internacional contra el Decreto 349, decidió hacerlo desde la Organización de Estados Americanos (la OEA), la organización regional con sede en Washington que el ex-canciller due Cuba, Raúl Roa, caricaturizó como “el ministerio yanqui para las colonias”.
Ahí, Amaury Pacheco, co-fundador del San Isidro, fue recibido por Luis Almagro, el Secretario General de la OEA que ayudaría a orquestar el golpe militar en Bolivia poco después ese año. También, a la mano para darle la bienvenida a los artistas cubanos estaban los funcionarios del Departamento de Estado y Carlos Trujillo, un partidario de derecha de Trump, representante para entonces de los Estados Unidos ante la OEA.
“El arte en Cuba es más necesario que nunca”, proclamó Almagro. “Es necesario para exponer los desafíos de la represión” del estado cubano.
Como lo reportó el venezolano Instituto Samuel Robinson, el San Isidro ha profundizado sus vínculos con la derecha internacional a través de la fundación CADAL, que lo nominó para el Premio Freemuse para la Expresión Artística patrocinado por la OTAN. CADAL está en el centro de una red de organizaciones libertarias que emplea dinero corporativo para forzar el fundamentalismo de libre mercado a lo largo de América Latina.
Entre los socios más cercanos a CADAL se encuentra la Red Atlas, un frente del lobby corporativo establecido con la ayuda de los hermanos Koch para promover economía libertaria y socavar los gobiernos socialistas en todo el mundo.
El think tank también está patrocinado por el Departamento de Estado, la NED y sus subsidiarias, incluyendo el Centro Internacional para la Empresa Privada, que se dedica a “fortalecer la democracia en el mundo a través de la empresa privada y las reformas con orientación de mercado”.
En enero de 2021, figuras destacadas del San Isidro, incluidas Otero y Pardo, participaron en un webinar conducido por otro think tank de derecha con apoyo corporativo. En esta oportunidad, fueron invitados del Centro Latinoamericano Fundación Federalismo y Libertad.
Bajo el patrocinio de corporaciones multinacionales determinadas a convertir a Cuba en un refugio del libre mercado, e inspirado en la filosofía de Ayn Rand, la fundación radicada en Argentina también está directamente afiliada a la Red Atlas.
Entre los participantes del webinar estaba Iliana Hernández, una reportera de Cibercuba, uno de tantos de los medios anti-gobierno que brotaron en años recientes luego de la expansión de los servicios de internet.
En una discusión en noviembre de 2020 sobre las elecciones en los Estados Unidos en su página de Facebook, Hernández arguyó que porque Trump iba a “tomar medidas más duras contra la tiranía… creo que, para la libertad de Cuba, Trump debería ganar”.
También detalló la coordinación extensiva entre el Movimiento San Isidro y funcionarios del Departamento de Estado que trabajan en la embajada de los Estados Unidos en La Habana.
Haciendo referencia a sus discusiones con los Encargados de Negocios línea dura, Timothy Zúñiga-Brown y su predecesora, Mara Tekach, Hernández comentó que “en esta última conversación con el señor Tim Brown, lo que me dijo fue, ‘¿cómo podemos ayudar?’ Es decir, ¿qué podemos hacer? Porque, o sea, él quería recibir órdenes mías en vez de al revés. Le dije cómo podía ayudar”.
Otero ha alimentado relaciones cercanas con funcionarios del Departamento de Estado. En julio del 2019, él y otros miembros del San Isidro orgullosamente se vieron pavoneando por el complejo de la embajada estadounidense en La Habana en un evento en conmemoración por el día de la independencia de los Estados Unidos.
Adonis Milán, un director de teatro afiliado al San Isidro, publicó fotos suyas en Facebok junto a un artista de reggae también miembro del San Isidro llamado Sandor Pérez Pita y Otero “disfrutando unas cuantas horas de libertad dentro de Cuba” mientras se hacían selfies con algunos Marines.
“Viva la anexión”, escribió Milán en un post expresando su “pasión ferviente por la hermosa gringa”.
Cuando un periodista le preguntó por la reunión que tuvo en una calle de La Habana con la ex Encargada de Negocios Tekach, Otero respondió: “Ella es una diplomática. Puedo reunirme con Mara Tekach o el embajador francés; mi amigo, el embajador de los Países Bajos o el de la Unión Europea. Incluso con el Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, si algún día quisiera tener una conversación conmigo”.
En abril del 2021, el gobierno cubano alegó haber descubierto documentos que revelan pagos de 1.000 dólares a Otero desembolsados por el Instituto Nacional Demócrata, una subsidiaria de la NED. Las acusaciones salieron a la superficie justo cuando el artista planeaba exhibir pinturas de envolturas de caramelo en su casa e invitar a niños de la zona para que las vieran, provocando a los niños con la dulce vida que el socialismo les había negado. Negó de plano el tomar pago alguno de las organizaciones para el cambio de régimen del gobierno estadounidense.
En este punto, Otero se había convertido en una estrella en el himno colaborativo que le ha proveído a la contrarrevolución cubana de un eslogan unificador y una banda sonora a las protestas.
Presentamos “Patria y Vida”, el himno de rap favorito del Departamento de Estado de EE.UU.
La primera canción directamente acreditada de movilizar a los cubanos a protestar contra su gobierno fue grabada por un grupo de raperos y reguetoneros que incluyó a dos miembros del Movimiento San Isidro.
Alabada por NPR, un medio público norteamericano, como la “canción que definió el alzamiento en Cuba, “Patria y vida” ha reunido más de 7 millones de vistas desde que debutó en YouTube el 16 de febrero de 2021.
Grabada en Miami, la canción incluye a tres artistas autoexiliados: Yotuel del grupo Orishas, el dúo de reguetón Gente de Zona, y el cantautor Descemer Bueno. Los complementaron dos miembros del San Isidro radicados en La Habana: los raperos El Funky y Maykel “Osorbo” Castillo.
Osorbo ha proclamado que “daría la vida por Trump” si el presidente impusiera un bloqueo total a Cuba con “las costas bloqueadas, nada entra, nada sale… como hicieron en Venezuela”.
El video de “Patria y vida” abre con una curiosa imagen del héroe anticolonial cubano, José Martí, fundiéndose en la del padre fundador estadounidense, colono y dueño de esclavos, George Washington.
En el clímax de la canción, Osorbo y El Funky aparecen en pantalla flanqueados por Otero. Diciendo que grabaron su parte de forma subrepticia, los raperos no obstante aparecen en un video de alta calidad cantando “Patria y vida”.
Este eslogan es un giro explícito del mantra de la Revolución Cubana “Patria o muerte”, que por primera vez fue lanzado por Fidel Castro en el funeral de los trabajadores portuarios que murieron en el sabotaje letal de la CIA del carguero La Coubre en la costa de La Habana en 1960. Al revertir la promesa de Castro por defender la soberanía de la isla con su vida, los autores de la canción apuntan a la cultura política anti-imperialista inculcada en los cubanos en el transcurso de seis décadas.
Los versos de Osorbo y El Funky combinan lacerantes ataques al gobierno socialista con tributos al San Isidro:
“Seguimos en las mismas, la seguridad metiendo prisma
Esas cosas a mí cómo me indignan, se acabó el enigma
Ya sa’ tu revolución maligna”.
Apenas una semana después del lanzamiento de la canción, la nueva directora para la USAID, Samantha Power, se fue a Twitter para proclamar a “Patria y vida” como el reflejo de “una nueva generación de jóvenes en Cuba y cómo se enfrentan contra la represión del gobierno”.
Such an interesting look at the new generation of young people in #Cuba & how they are pushing back against govt repression. A group of artists channeled their frustrations into a wildly popular new song that the government is now desperate to suppress. https://t.co/47RGc9ORuR
— Samantha Power (@SamanthaJPower) February 24, 2021
Mientras Power no es especialmente conocida por ser una conocedora del hip-hop, se ha ganado una reputación por crear estados fallidos en lugares como Libia al orquestar campañas militares de intervención humanitaria. Es difícil de imaginar que su interés repentino por un himno rapero cubano viralizado no fuera guiado por una dedicación al cambio de régimen en la isla.
El Grupo de Partidos Populares Europeos, el bloque de centro-derecha dentro del Parlamento Europeo, también se congregó para promover “Patria y vida” apenas una semana después de su lanzamiento. En Bruselas, el europarlamentario Leopoldo López Gil –el oligárquico padre español del golpista venezolano Leopoldo López– ayudó a ser de anfitrión de Otero, Yotuel, y varias figuras más detrás de la creación de “Patria y vida”.
“Hoy les pido que condenen al gobierno cubano para que mi isla tenga la fuerza para alzarse…” declaró Yotuel. “Mi gente necesita a Europa, mi gente necesita que Europa señale al matratador”.
También a la mano para el evento del europarlamento estaba Juan Guaidó, el falso “presidente” de Venezuela designado a dedo por los Estados Unidos, que lanzó un golpe militar fallido junto a su mentor, Leopoldo López hijo.
En los días siguientes, los artistas de “Patria y vida” continuaron haciendo las rondas para el cambio de régimen. El 12 de marzo, Yotuel y Gente de Zona realizaron una llamada vía Zoom con funcionarios del Departamento de Estado, informándoles sobre el éxito de la canción y las exigencias del Movimiento San Isidro.
Inspiring call today with @yotuel007, @GdZOficial, and @EsBeatrizLuengo, where State Department officials heard about the viral #PatriaYVida. pic.twitter.com/EhVTMW0ghC
— Julie Chung (@WHAAsstSecty) March 12, 2021
Tres meses después, como fue reportado por el periodista Alan MacLeod, la USAID de Power emitió una notificación de 2 millones de dólares en subvenciones para organizaciones de la “sociedad civil” que buscan promover el cambio de régimen en Cuba.
Resaltando la estrategia duradera de la agencia de explotar los sectores demográficos más afectados por las sanciones estadounidenses, el documento enfatizó la necesidad de programas que “apoyen a la población marginada y vulnerable, incluyendo pero no limitándose a la juventud, mujeres, LGBTQI+, líderes religiosos, artistas, músicos e individualidades de descendencia afrocubana”.
En el documento, la USAID señalaba a “Patria y vida” como una victoria de la propaganda que ayudó a producir un “momento de inflexión”, que anticipaba las protestas venideras.
En menos de un mes, el 11 de julio, Otero llamó a tomar las calles de La Habana a nombre del Movimiento San Isidro. Poco después, cientos de manifestantes se concentraron en el Malecón, algunos con pancartas que decían “Patria y vida”. La visión de la oposición de un alzamiento nacional capaz de librarse del socialismo parecía hacerse patente.
#11JCuba Luis Manuel Otero Alcántara y el Movimiento San Isidro convocan a los cubanos a salir a Malecón para reclamar libertad en La Habana pic.twitter.com/jN4vZHyZLK
— Mario J. Pentón (@MarioJPenton) July 11, 2021
Una serie de factores sirvieron de base para las protestas, desde el colapso de una estación de generación eléctrica en la ciudad de Holguín a los intentos del gobierno por unificar la divisa, a las heridas económicas abiertas por el bloqueo que se mantuvieron supurando en el período especial de privaciones.
Pero a través de los guerreros culturales del San Isidro, ahora delegados en Washington como los rostros y voces oficiales de la oposición cubana, las exigencias de los manifestantes fueron manifestadas como un grito maximalista para que Washington escalara sus esfuerzos en el cambio de régimen.
El Movimiento de San Isidro va a Washington
Aunque las protestas rápidamente se deshicieron, comentarios del presidente Joe Biden denigrando a la Cuba embargada por los Estados Unidos como un “estado fallido”, y la promesa de agregar nuevas y destructivas sanciones a aquellas impuestas por Trump, sugieren que la administración del partido demócrata no volvería al proceso de normalización de Obama. Un objetivo clave a corto plazo del lobby del cambio de régimen de Miami, por lo tanto, fue alcanzado.
Las audiencias del Congreso del 20 de julio en el Comité de Asuntos Exteriores de la Casa de Representantes resaltaron el papel decisivo que desempeñó el San Isidro en el renovado impulso por derrocar al gobierno cubano.
Ahí, la congresista Debbie Wasserman-Schultz, una demócrata de derecha del sur de la Florida, citó los comentarios de la académica liberal Amalia Dache embistiendo contra Black Lives Matter por su comunicado en solidaridad con la Revolución Cubana. Luego señaló a los afrocubanos como la base emergente del fermento anti-comunista de la isla.
A unos cuantos metros se sentaba Mark Green, congresista republicano pro-Trump, mostrando una franela adornada con el eslogan “Patria y vida” debajo del saco de su traje.
Ese mismo día en el Capitolio, la Fundación Conmemorativa de las Víctimas del Comunismo honró al Movimiento San Isidro en su Cumbre de la Semana de Naciones Cautivas.
En sus palabras de presentación del premio Derechos Humanos Disidentes al San Isidro, el fundador de Víctimas del Comunismo y veterano operador conservador, Lee Edwards, declaró que “no siempre es la política, sino la cultura, la que es tan importante en la batalla en la que ahora mismo nos encontramos”.
Arriba: El fundador de Víctimas del Comunismo, Lee Edwards, rinde homenaje al Movimiento de San Isidro
Maykel Osorbo, uno de los raperos que protagonizó “Patria y vida” recibió el premio a nombre del San Isidro. “Mi hermano, quiero darles las gracias desde el fondo de mi corazón”, exclamó en un mensaje pre-grabado al público compuesto por republicanos de derecha con cabello encanecido.